El
ahora valle entre montañas, desarrolló durante varias décadas de
aislamiento su dialecto local, el chistabán.
Todo parecía ahora como dar un paso atrás en el tiempo, con el perdido mar aquella tierra era un rincón surcado por las aguas del río Cinquēta donde lloraba atrapada la princesa Puya.
El
silencio y la tristeza se apoderó de sus habitantes rodeados entre imponentes montañas. La memoria se guardó en sus tradiciones y fiestas ancestrales.
No
fue hasta varias decenas de años que el agua que bajaba de
las montañas logró abrir una vía de comunicación con el exterior, donde habían surgido nuevas aldeas y nuevos reinos.
Los peligrosos y sellados desfiladeros
de
los Pasos
de Sarabiyo
y del Congosto
de los
Infortunios más abajo, mantuvo el valle oculto
del
resto del mundo.
De nuevo la
naturaleza ayudaba a los habitantes del reino, horadando en la
roca
la única vía de entrada y
salida
al Reino de Chistén.
Con el tiempo fue creando un paso natural entre la verticalidad de las peñas y las escarpadas laderas de los macizos, abriendo por fin un agujero a aquel bello paisaje.
Aquel día el destrozado rey de Gistain dio gracias a los dioses por aquellos pasos de los desfiladeros que permitían la salida y la entrada desde el exterior.
Contemplativo, Moreras había escribió poemas para sobrevivir a las largas décadas de aislamiento.
Escribió sobre su hija, su gran pesar; sobre la pérdida del mar Intermedio; sobre el cerrojazo de las montañas alrededor de su reino; sobre el desvío del río Cinquēta hacia el Oeste; sobre el agua que traía el río desde la alta montaña, que fue horadando la roca para abrir los pasos del desfiladero de Sarabiyo, a través del cual pudo contemplar el nacimiento de otro río Zinquēta en el inmediato exterior, que también fue horadando la base de la montaña para crear el Paso del Congosto de los Infortunios.
El rey Moreras se había vuelto un erudito. Escribió sobre su pueblo y sus montañas.
Espíritu
Percibo el susurro del viento
en estas amadas montañas,
y necesito liberar el espíritu
para no sentir que tengo la vida atrapada,
pendiendo en el destiempo
del tiempo que se apaga.
Necesito llegar con mis pasos
al confín mismo,
camino de los ojos de las estrellas
y de los límites
de más allá de la esperanza.
Su espíritu desgarrado también escribió sobre su hija atrapada en los cristales que el fondo del río escondía a lo largo de su curso.
La lluvia
La lluvia es
como tus lágrimas,
que no se dejan consolar.
La lluvia es
como ese sueño mío,
que cae a tierra
sin poderlo acariciar,
sin poderlo tener
entre mis manos,
perdiéndose en círculos,
sin dejarse hacer realidad.
La lluvia, ¡la lluvia!,
¿qué es la lluvia?.
Quizás sea el llanto tuyo,
tus penas que se desahogan.
Quizás sea el llanto mío,
por mi opresión que lloran.
Quizás sea
todo lo que un día fuimos,
lo que perdimos
al querer ser hoy y ahora,
lo que no pudimos.
Y escribió sobre la muerte cuando su dolor era insoportable y su espíritu sufría de alguna crisis profunda donde el guerrero despiadado y cruel, torturado, desaparecía.
No sé qué será
Quiero vivir lúcido,
para comprender el dolor.
Quiero saber por qué se sufre,
por qué tu dolor,
y por qué mi dolor.
Algún día llegará,
y cataré la esencia
de este mundo de crepúsculos,
y entonces ya no sé qué seré
ni dónde será,
seré eso que no sé qué será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario