Mis historias sobre el refugio Marradetas

Normalmente no bebo, pero hoy he tenido muchas ganas de beber y me he emborrachado. Compré una crema de licor Queen Marget buenísima cuya marca no creo que la encuentren, porque la venden en un supermercado franquicia malagueña Maskom. 

Estoy un poco reflexivo sobre el día que supe que el refugio Marradetas lo cogió Manolito  Buisán, alias "El Abogao" o "Tío Manolito". Sentí una pequeña satisfacción entonces y una pena que haya cerrado en septiembre. 

¿Saben la de veces que he ido corriendo al Collado de Sahún a lo largo de más de seis años viviendo en Casa Ballarín?.

Acostumbraba a subir teniendo las suficientes horas de Sol las tardes de verano o por las mañanas. Vestía apenas una sudadera amarrada a mi cintura debajo de la camiseta y un pantalón de atletismo. En invierno con unas mallas sumando una camiseta de manga larga. 

La parte más dura siempre fue el inicio, ya que en la montaña de Chistau cuesta calentar. 

Pasando junto a la casa en construcción de Javi el panadero, era la primera zona donde tragaba polvo y me ardían los pulmones queriendo calentar. Y aún más si era invierno. 

El paraje tan bonito antes del Barranco la Fueva me tranquilizaba un montón. Ese paisaje que se ve el enclave con los tres pueblos y la profundidad del valle de Gistaín con las grandes montañas que hacen frontera con Francia.

Nada más pasar el barranco la Fueva tragaba polvo en cantidad hasta la primera curva de ascenso al Collado de Sahún. 

Supongo que desde las piscinas ya llevaría unos dos kilómetros de recorrido y a partir de ahí el polvo se quedaba atrás en el Barranco la Simierre.

Subir por esas curvas dejando atrás el Mirador de La Riba hasta el pequeño refugio a pie de pista al borde del Barranco de la Cruz, requería de piernas muy fuertes y rápidas con algunos sobreesfuerzos fuertes que permitían correr con ciertos malestares propios de la adaptación a la altitud de la montaña, corriendo hacia arriba como si subiese escalones por unas escaleras con diferentes niveles de inclinación.

Lo más duro por mucho que digan no está en esa zona. Una de las zonas más duras e inclinadas está llegando al repetidor. La otra tras dejar atrás el cruce Chía-Barbaruens, donde la inclinación hace que los pasos de carrera aparenten como si corriese a cámara lenta, oyendo fuerte los latidos de mis ritmos cardíacos, con el cuerpo ardiendo e intentando respirar.

La peor parte sucede cuando se ve el refugio Marradetas ahí mismo, cerca, y uno se desespera porque no termina de llegar.

La pendiente muy fuerte se esconde en las curvas previas por el Barranco de los Espuzos, antes de llegar al Puerto de Sahún, que el mapa marca junto al refugio Marradetas.

Así que cuanto más rápido iba, ni miraba el refugio porque mi objetivo era el Collado de Sahún, que está 750 metros más adelante de la entrada al refugio, justo en la curva de bajada a Chía, que por entonces no me parecía que hubiese tanta distancia.

No llevaba agua. ¿Saben dónde bebía agua hasta saciarme?. Bajaba al abrevadero de vacas que se ve desde la cima del collado, que aunque parezca que está cerca, hay un buen trecho bajando. 

Pero de eso trata el deporte, saber donde hay agua para beber es esencial si vas por la montaña. Y más como yo, vestido con una camiseta, un pantalón de atletismo y una sudadera. 

Sí que a veces llevaba un bote de agua con minerales, pero no siempre porque era una carga para los ejercicios que pretendía hacer.

El abrevadero me encantaba y me tiraba allí sentado un buen rato, y más cuando había vacas. 

Cuando subía entraba en el refugio Marradetas, abría las ventanas y estaba allí más de media hora contemplando el paisaje de los Urdicetos, las Punta Suelza y las Culfredas. 

Cuando iba por las tardes contemplaba los atardeceres que eran maravillosos. No me importaba volver a Plan un poco anochecido mientras pudiera ver el camino.

Cuando ocurrió lo del zarpazo del oso en el Collado de la Cruz, subía menos. Pero no creo que fuera por el oso, sino porque estaba haciendo experimentaciones importantes para mi en la zona de Feneplan y La Poma. 

Menudas bajadas me pegaba desde La Poma bajando por la Cruz de Puyadase, por Gistaín hasta Plan. 

De hecho, entre el mes de marzo y finales de diciembre de 2023, estuve yendo a la ciudad deportiva de Málaga, a pesar de mi lesión de Pata de Ganso, a experimentar.

Estuve entrenando lo que por entonces desarrollaba en Feneplan y La Poma, con la diferencia que lo hice en una máquina elíptica en el gimnasio. 

Al final de la primera fase, antes del verano, a pesar de estar bastante gordito, corría unas veinte series de 500 metros en aproximadamente 380 pasos por minuto. 

En la segunda fase, de finales del verano hasta mediado el mes de diciembre, corría unas treinta series de 500 metros marcando 400 pasos por minuto.

Bueno, esto de los pasos se lo dejo a los expertos y los incrédulos😂 para que se coman la cabeza. Tengan en cuenta que tenía sesenta y dos años. Llevo cinco años lesionado con una Pata de Ganso y a finales de agosto cumplí sesenta y tres años. Bueno sí, también estoy gordito 😃 

Me quedo con aquellos paisajes que viví desde el Refugio Marradetas. Solo me queda comentaros que cuando regresaba a Plan, cerraba las ventanas y las puertas para que el refugio Marradetas estuviese protegido, ya que muchas veces me lo encontraba abierto de par en par.

Mis historias sobre el refugio Marradetas



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