4. La prueba de amor de la princesa. Puya, la princesa de Chistén. Pirineos Valle de Chistau

4. La prueba de amor de la princesa a su amado Blas. Puya, la princesa de Chistén

Puya observaba a Blas descargar su carreta en las despensas de Chistén. Lo siguió con la mirada esperando que la carreta regresara vacía de vuelta a Planchistau tirada por los mulos. 

Fue cuando se escabulló y escapó de las niñeras que la cuidaban y de todo el séquito que la protegía. 

Los gritos de Lucía, la cuidadora jefa, al notar la desaparición de la princesa se oyeron tan fuerte, que enseguida se pensó que había sido secuestrada. 

Pero la vieron correr entre la multitud  saltando obstáculos, subirse a un terraplén y saltar dentro de una carreta que salía de Chistén camino del llano.

La carreta de Blas bajaba por la empinada ruta y a eso de un kilómetro, se percató que había alguien mirándole.

Detuvo los mulos y apartó las cajas para descubrir la hermosa tez de la princesa Puya ante la cual se arrodilló en señal de respeto sin saber qué hacer. 

Puya bajó de la carreta ayudada por el cortés Blas y se aprovechó de su posición para exigirle un sitio donde verse con él cuando ella quisiera sin que nadie los viera ni se enteraran. 

El pobre Blas no se creía aquella propuesta pero enseguida ella lo hizo arrodillar y le volvió a exigir un lugar para verse.

El incrédulo Blas pensando que era una broma, pensó en un sitio solitario para satisfacer la voluntad de la princesa.

En el entanto ella le exigía que se diese prisa porque se le iban a echar encima Lucía, sus niñeras y el resto de la soldadesca, que bajaban por el camino como una jauría enfurecida. 

Blas le dijo el nombre del pequeño puente de piedra, el Puen de Pescadors, que cruza sobre el río Cinquēta, está a cien metros de la desembocadura en el mar Intermedio y es un lugar solitario donde no va nadie.

Dicho esto, ella lo besó suavemente como si el tiempo se detuviera y lo dejó sorprendido y hipnotizado.

Puya solo reaccionó cuando oyó los gritos del gentío cerca de la próxima curva. Blas recibió un pequeño latigazo con una vara para que reaccionara, se subiese a la carreta y azuzara a los mulos rápido antes de que lo vieran.

La muchedumbre bajaba por el camino gritando cuando Blas ya iba lejos de aquella curva. Puya echó a caminar hacia arriba justo cuando la gente que la perseguía doblaban la curva y se le echaba encima.

Histérica, gritó como una loca a toda aquella gente para que abrieran paso. La muchedumbre se detuvo sorprendida abriendo paso. 

Lucía, la niñera jefa, se propuso echarle una reprimenda cuando la princesa pasaba por su lado. Puya gritó a Perera, que comandaba los soldados. 

Perera, un fiero guerrero al mando de aquella escuadra, prestó absoluta atención a la orden que la princesa le daba.

La oyó con total disciplina dando su primera orden: “Si ésta desgraciada vuelve a dirigirse a mí sin arrodillarse y sin mi consentimiento, corten su lengua y las orejas para que no pueda hablar ni oír”.

Perera miró a sus soldados y señaló a algunos que de inmediato rodearon a Lucía amenazando con cumplir al pie de la letra la orden dada por la princesa.

 Lucía calló al suelo de rodillas temblando asustada, guardando silencio para no perder la lengua y las orejas.

Puya entonces caminó hacia Chistén seguida en silencio por toda aquella multitud distanciada no menos de cuatro metros sin ser molestada.

4. La prueba de amor de la princesa Puya a su amado Blas









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