3. La trama de Petris, madre de la princesa Puya de Chistén
Puya esperó pacientemente durante meses la recolecta de materias primas, cuando en el camino se formaba una interminable caravana de bueyes, caballos, mulos y carretas para aprovisionar las despensas y silos dentro de Chistén.
No sabía que su madre, Petris, la diosa regente de la Tierra, vio lo que pretendía Tanit Alvira haciendo que su hija se enamorara de un vulgar sirviente.
Fue en busca de Tritón, el dios de las profundidades marinas, hijo de Poseidón y Anfítrite, para cambiar el curso de los acontecimientos.
Tritón, un dios con torso humano y cola de pez parecido a una sirena oyó atentamente lo que Petris tramaba y consiguió de ella un acuerdo satisfactorio.
Tritón, armado con su tridente, acarició con su mano su caracola, y su brillo produjo en Petris una gozosa satisfacción.
Escucharía aquel sonido como de una trompeta, sonido terrible, parecido al rugir de las bestias, con el que Tritón controlaba las marejadas del mar.
Petris fue también donde Ataecina, la diosa de la noche y de la luna que mata, que encontró sentada en una atalaya de un monte rodeada de cabras.
La diosa infernal, señora de la muerte, se sintió ofendida ante la visita de Petris, pero escuchó lo que tramaba y sonrió con tanta maldad, que provocó escalofríos a la misma diosa regente de la Tierra.
Ataecina sacó un espejo cerrado que contenía un embrujo terrible. Absorbería a la primera persona que se asomara a admirar su imagen.
Debería permanecer cerrado para no tener la tentación de mirarse.
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